El valor de las pequeñas cosas
Te propongo un juego: tómate 10 minutos de tu tiempo y siéntate en el banco de una plaza. Sólo tienes que observar y estar atento a todos los detalles. Verás cosas que la rutina diaria no te permiten percibir. La naturaleza alaba a Dios simplemente porque para ello fue creada, la creación entera tiene una razón de ser. Cada uno de nosotros fue creado con un amor particular, con un amor personal que nos hace únicos. Y con una vocación, un llamado de Dios universal: ser felices, disfrutar de la vida junto a otros y con otros, y saber que somos consagrados a Dios, estamos llamados a ser santos. Es allí donde nuestra misión cobra sentido: Dios nos invita a llevar la buena nueva de la salvación a todos nuestros hermanos, pero no estamos solos, Jesús nos acompaña. Por eso ser misionero es un privilegio: el misionero ama a Dios en sus hermanos. Haz la prueba: juega el juego y verás cosas maravillosas, podrás descubrir el valor de las pequeñas cosas y el amor de Dios en cada una